¿Recuerdas cuando de repente tienes esas ganas intensas de comer helado de fresa? ¿o qué tal una rebanada de tarta de menta? deliciosos postres y platillos que no tienes idea de por qué te enloquecen tanto. Tal vez los responsables de esos gustos inconscientes sean unas creaturas diminutas que viven en tu interior. Así como lo lees, viven en tu interior O.o; pero no os preocupéis, no es nada malo, son los amigos que viven en el interior de nuestro intestino. Me refiero a la microbiota o también llamada microbioma, el conjunto de microorganismos que residen en nuestros cuerpos y sin los cuáles no podríamos estar vivos.
Esta microbiota muchas veces mal llamada "flora intestinal" (como si lo que tuviéramos fueran plantas je,je,je), entre los muchos beneficios que nos otorgan se encuentra: protección contra microorganismos patógenos que puedan ingresar en nuestro cuerpo cuando comemos (les impiden que colonicen con facilidad nuestro sistema digestivo), generación de vitaminas que podemos utilizar (como la vitamina k), nos ayudan a combatir parásitos, aprovechamiento energético de una parte de la fibra que consumimos (nosotros no podemos degradar fibra pero la microbiota sí) y muchas más cosas buenas.
Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, la Universidad de California y la Universidad de Nuevo México; concluyen a apartir de una revisión de literatura científica reciente que nuestra microbioma influye en los alimentos que consumimos a favor de aquellos que pueden aportarles los nutrientes que ellos necesitan para crecer mejor.
No se sabe exactamente que mecanismos utilizan para lograr tal objetivo, aunque los investigadores creen que esto es posible a través de la liberación de sustancias químicas de señalización por parte de nuestra microbiota que actua en el instestino. Este método de comunicación nivel celular es utilizado por todo tipo de organismos como las plantas y nuestras células. El intestino al estar relacionado con el sistema nervioso e inmune, por lo tanto, puede ser influenciado por estas sustancias e intervenir en nuestras respuestas fisiológicas. Tal vez cuando tengas ese antojo por una deliciosa pizza de crema de cacahuate tu microbioma sea responsable de tal sensación.
Lo anterior aunque suene a un lavado de cerebro por parte de pequeños microorganismos je,je,je; no es malo. Como se mencionó anteriormente, la microbiota es necesaria para cumplir satisfactoriamente nuestras funciones biológicas y el hecho que nos aconseje que podríamos comer para que ambos resulten beneficiados es algo bueno. La microbioma crece saludable y por lo tanto puede ayudarnos con mejor efectividad.
Sí sumamos que tenemos también la capacidad de manipular hasta cierto punto nuestra microbiota comiendo probióticos, podríamos mejorar las condiciones de salud de nuestro cuerpo y mente. Esto podría traducirse en mejores tratamientos para enfermedades relacionadas con la alimentación como la obesidad, la diabetes, el síndrome del instestino irritable, cáncer del tracto gastroinstestinal, colitis y muchas más afecciones.
Ya lo dice el viejo adagio: Eres lo que comes.
Link del artículo de investigación:
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